Los efectos del cambio climático en el siglo XXI obligarán a tomar medidas concretas para mejorar la conservación de la fauna y la flora de nuestro país, según se desprende de un informe del CSIC promovido por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. En este estudio los expertos han analizado la distribución de unas 300 especies de vertebrados y unas 225 de plantas de la Península Ibérica según diferentes escenarios climáticos hipotéticos y han constatado que verán reducido el espacio apto para ellas a medida que las temperaturas suban debido al cambio climático.
Quien planta hoy un árbol en España debería preguntarse si está acertando con la especie y el lugar. En unas décadas, puede que las temperaturas y las lluvias no sean las más adecuadas para que prospere. Esto es algo que los paisanos ya han empezado a notar. En algunas zonas, hay viejos campesinos que dicen que los árboles que antes crecían bien «ya no se dan» cuando «los pones» ahora. Y algunas bodegas están sembrando variedades de uva más resistentes a la sequía, pues han notado que el aumento de temperaturas afecta al crecimiento y la producción de los viñedos.
Todo esto son ejemplos prácticos que muestran el efecto del calentamiento global sobre el campo. Pero las experiencias sueltas no valen para hacer ciencia. Se necesitan estudios metódicos. Y eso es lo que ha presentado el CSIC, al dar a conocer un trabajo de investigación sobre las consecuencias que el cambio climático está teniendo y va a tener sobre la fauna y la flora españolas.
Según la investigación, casi la mitad de las especies de flora estudiadas verán reducido el territorio adecuado para ellas para finales de siglo. Y respecto a las especies arbóreas, el estudio señala que un 20% de las especies de árboles de nuestros bosques encontrará que el terreno en el que habitan no será el adecuado.
En cuanto a la fauna, es un escenario climático extremo como el que predicen las simulaciones, el 85% de los anfibios, el 67% de los reptiles y los mamíferos, y el 63% de las aves, podrían ver reducida en más de un 30% la superficie de territorio con condiciones climáticas favorables. El trabajo no ha analizado toda la fauna española, sino que ha tomado como base de estudio 292 especies, cuyo caso ha estudiado uno por uno.
Estas cifras podrán sonar a algunos a letanía catastrofista, pero merece tener en cuenta que provienen de las máximas instituciones del Estado en la materia. La presentación del trabajo estuvo presidida por la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera y el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo y estuvo presentada por el director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Esteban Manrique. Los estudios de fauna han sido llevados a cabo por expertos del CSIC y los de flora por profesores de la Universidad de Extremadura y del Real Jardín Botánico de Madrid.
El trabajo, titulado Estudio sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación del cambio climático en la biodiversidad española, ha sido impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) a través de dos direcciones, que son la Oficina Española de Cambio Climático y la Dirección General de Medio Natural y Política Forestal. Y ha tenido como colaborador a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Es este organismo el que ha aportado los datos y previsiones sobre variación climática en España, comentaba ayer a EL MUNDO Esteban Manrique.
Hay que tener en cuenta que según datos de AEMET la temperatura media en España ya ha aumentado 1,37º C en el último siglo. Otros estudios señalan que la pérdida de agua disponible en nuestro país ha sido de un 15% desde mediados del siglo XX. Respecto al horizonte futuro, los modelos climáticos manejados en el estudio prevén un aumento de hasta seis grados en las temperaturas máximas y de hasta cuatro grados en las heladas.
Especies que se mueven
Todo ésto reforzará las condiciones extremas del ya de por sí severo clima de la Península. Como explica Ángel Felicísimo, profesor de la Universidad de Extremadura que ha dirigido los estudios de flora, hay ciertas especies de árboles en España que se encuentran ya al límite de su distribución climática y que se verán afectadas por un clima más extremo.
Esto puede ocurrir con rarezas botánicas como el pinsapo o abeto del sur de Andalucía o ciertos robles del norte peninsular. Pero por poner dos ejemplos de árboles ubicuos, las encinas de la costa mediterránea, que requieren cierta humedad, o los alcornoques del Huelva, Cádiz y Badajoz, que prosperan en áreas templadas y precipitaciones abundantes, encontrarán condiciones más duras para sobrevivir en su lugar actual.
En general, la presión sobre la fauna y la flora irá «en dirección sur a norte y desde el suroeste español hacia al noreste», explica Felicísimo. Ante el clima más duro, las especies migran al norte o a suben en altura. Pero la fragmentación de los hábitats provocada por el hombre y «la rapidez de los cambios» que estamos experimentado harán difícil que las especies se adapten como han hecho en el pasado a los cambios del clima, afirma el profesor.
Esteban Manrique señala la importancia de lo que esta investigación nos indica: «Cuando hablamos de biodiversidad, nos referimos a la naturaleza, la que nos da todos los bienes y servicios que necesitamos para vivir. Lo que ocurre a la fauna y la flora también nos afecta a nosotros directamente. No hay que olvidar que los alimentos vienen del campo, no del supermercado».
Según la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, el documento tiene «valor estratégico» para planificar la protección de la biodiversidad y su adaptación al cambio del clima. El Plan Estratégico del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad tomará como base este trabajo, añadió. El proyecto cuenta con un sitio web abierto a la participación y la colaboración de expertos para añadir y actualizar información. También está en marcha una colaboración con Portugal para extender el estudio al país vecino.
Jose orlando rios gomez EES
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